Volviendo en el metro hacia mi casa, me he topado con un ser mitológico de esos que no se ven últimamente, pero porque cuesta mucho identificarlos ya que andan camuflados entre la gente común.
Era ni más ni menos que una de las tres parcas (Décima para ser más exactos), con un gran abrigo morado y una cara llena de sabiduría y arrugas. Sostenía una libretita pequeña del tamaño de una mano, con muchas anotaciones a bolígrafo, y leía con gesto de preocupación. Cada cinco minutos dirigía su atención hacia mí y luego volvía a leer. Miraba con gesto de madre preocupada. He comprendido entonces que estaba leyendo mi destino, y su cara de preocupación me da a entender que se avecinan malos tiempos.
Eso o es que me han echado droga en el café.
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